Familias
Cada vez hay más familias que intentan reconstruirse y niños que tienen que relacionarse como hermanos aún cuando no tengan ambos padres en común.
Esto constituye una de las nuevas modalidades de familia y se ha transformado en una variante familiar frecuente y fuente de conflictos; por ello, hay que enfrentar las dificultades que conlleva, de la mejor forma posible.
Es esencial el reflexionar profundamente para comprender que estos hermanastros no han elegido esta situación, con lo cual deben ser los padres quienes medien en la relación. Hay muchas formas de hacerlo, pero la fundamental es escuchar ambos bandos en lugar de defender sólo a los hijos propios, lo que es una tendencia normal, pero ante cual hay que estar alerta.
La idea es discutir el problema primero con la pareja y si es necesario, en familia para llegar a una solución evitando los insultos y críticas irracionales .
Por otra parte, es importante que la pareja adulta conserve la calma e intente mantenerse fuera del conflicto a manera de jueces imparciales.
También hay que comprender, sobre todo en los primeros días de convivencia, que los niños muestren intensos signos de rivalidad ya que se encuentran con otros niños que han vivido con costumbres y reglas distintas. Así, son comunes los enojos por asuntos de espacio, posesiones, etc.
Lo bueno es que esto ocurrirá durante un tiempo hasta que se instale una nueva forma de vivir. Si en ésta perduran conflictos como celos graves , maltrato, es conveniente consultar a un especialista en Terapia Familiar.
Si los niños son menores, a la larga crecerán con la sensación de entrañable fraternidad, mas aún, que con los hermanos biológicos con quienes no vivieron o no conocieron y los que, - aunque físicamente se parezcan-, serán vistos, poco o mucho como extraños.
Iris Villeda Osorio.
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